Es ingeniero agrónomo desde 1972, vive en la IV Región y el año pasado fue incorporado a la Academia Chilena de Ciencias Agronómicas por su trayectoria como profesional y por su aporte a estas ciencias. En esta ocasión, el Colegio de Ingenieros Agrónomos entrevista a Carlos Quiróz, que también pertenece a la Sociedad Chilena de Entomología y asegura que el interés por los “bichos” le viene desde niño.
¿De qué forma los insectos contribuyen a la producción agropecuaria?
En principio porque resultan clave para el equilibrio ecológico: son grandes degradadores de materia orgánica, protagonizan una acción polinizadora sin la cual muchas especies vegetales desaparecerían y, además, son muy útiles para el control de plagas, impidiendo su proliferación a niveles que produzcan un daño económico.
En relación al control de plagas, ¿cuál es su opinión con respecto al uso de agroquímicos?
Cuando recién aparecieron los insecticidas organosintéticos fueron un gran aporte para la humanidad: moría mucha gente por enfermedades portadas por insectos vectores y había grandes pérdidas en el rendimiento de cultivos causada por insectos, por enfermedades o por la competencia de malezas. Los agroquímicos fueron tan beneficiosos que, en el caso de los insecticidas, se pensó que ya el problema de plagas estaba solucionado.
Pero apareció la resistencia genética…
Así es y también los problemas ambientales. En la década de 1950 se publicó el libro La Primavera Silenciosa, de Rachel Carson, el que marcó un hito y puso en primera línea el problema ambiental producido por los residuos de productos aplicados cada vez más indiscriminadamente. Así nacieron conceptos como Manejo Integrado de Plagas, que considera otras estrategias, como el control biológico, control cultural, control genético, etc. como armas fundamentales en el manejo de plagas, quedando el control químico como el último recurso.
¿Cuál es hoy el rol de la industria agroquímica?
Encontrar productos más selectivos y de menor toxicidad y daño ambiental, por eso se buscan sustancias de origen natural para el control de plagas y patógenos. Chile es citado en la literatura mundial como uno de los países donde más se utiliza el control biológico de plagas, con casos muy exitosos como fue el control de pulgones en cereales durante los años 70-80 del siglo pasado, proyecto en el que me tocó participar. A pesar de esto, en el país aún hay un uso muchas veces excesivo e ineficiente de estas sustancias. Los plaguicidas son una especie de “mal necesario”, pero que usados correctamente son un arma beneficiosa en la producción de alimentos.
¿Qué opina de producción orgánica y/o agroecológica?
Cada vez más la sociedad exige productos agrícolas en un contexto de inocuidad alimentaria, lo cual implica la producción de alimentos saludables y libres de contaminación química y biológica. La producción orgánica garantiza estas características pero no es una panacea, puesto que muchos cultivos presentan plagas y enfermedades muy agresivas y la única forma de controlarlas es haciendo uso de agroquímicos. Por otra parte, los tratados comerciales que muchas veces tiene una economía abierta, como es el caso de Chile, implican cero tolerancia a la presencia de insectos o enfermedades por parte de los países importadores, por lo cual es imprescindible recurrir al uso de agroquímicos.
¿Entonces?
Y… de aquí la importancia de que el uso de fitosanitarios se enmarque en el contexto de manejo integrado de plagas y enfermedades, que implica tener un conocimiento acabado de la biología de las especies competidoras, sus enemigos naturales, su capacidad de daño, las condiciones en que deben ser controladas y el uso de agroquímicos eficientes y de menor riesgo para el ambiente y para la salud de las personas. La producción orgánica tiene muy buenas y crecientes perspectivas para muchos cultivos, pero no para todos.
¿Qué acciones considera de utilidad para los ingenieros y productores de la IV Región?
Desde la perspectiva silvoagropecuaria el problema más importante de nuestra Región es la escasez hídrica. Creo que ha habido un enfoque equivocado de esta situación, puesto que cuando llueve asumimos que tuvimos un año normal y que la situación productiva se ha normalizado. Entonces hay más plantaciones de cultivos perennes en los sectores de riego y mayor reproducción caprina en el secano ante la abundancia de pasto.
Pero esa no es la realidad…
Y, no: lo recurrente y normal es la falta de lluvias, por lo tanto todo el sistema productivo regional debería basarse en esas condiciones de escasez para ser sustentable y competitivo. Hay un estudio de INIA en que se define claramente la capacidad de carga del secano y los sectores con potencial para producción caprina, que no supera las cien mil cabezas. Otro punto clave es tener estrategias de optimización del uso del agua, como la realización de embalses, la construcción de pequeños reservorios y planes de entubamiento y unificación de canales, como ocurre en Israel o en el sur de España, para evitar pérdidas y contaminación de agua.
¿Y variedades resistentes a sequía?
Esa es otra veta promisoria y que amerita una investigación más profunda. También la búsqueda de otras alternativas productivas, como por ejemplo pecano y pistacho, en las que se debería evaluar el comportamiento agronómico de variedades modernas que, en otras latitudes con condiciones ambientales similares, presentan una buena producción y constituyen una alternativa rentable.
Se habla de la relación entre destrucción del ambiente y aparición de plagas y pandemias, como ocurre con el Covid. ¿Cuál es su opinión?
Recientemente apareció en la página web del Colegio de Ingenieros Agrónomos un artículo del Dr. Nícolo Gligo, analista del Instituto de Asuntos Públicos, en el que señala que el ecosistema Tierra ha perdido su armonía. Y, efectivamente, cada vez hay más desaparición de especies por acción antrópica, disminuye la biodiversidad, cambian las condiciones ambientales y las especies se ven obligadas a mutar para sobrevivir.
Un escenario para pensar…
La humanidad creía que las pandemias eran cosa del pasado pero la actual situación sanitaria mundial nos muestra que debemos estar preparados y, como prevención, ser realmente cuidadosos con el manejo de los agroecosistemas y los ecosistemas en general, respetando y estimulando la biodiversidad. La aparición del Covid debe ser un llamado de alerta, de humildad y de reflexión.
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