La iniciativa cofinanciada por FIA, pretende sentar las bases para crear una industria en torno a este cultivo.
Desarrollar las estrategias agrocomerciales que permitan posicionar a Chile en los mercados internacionales, como un país exportador de trufa negra certificada, es el objetivo de un proyecto ejecutado por Agrobiotruf S.A y cofinanciado por la Fundación para la Innovación Agraria (FIA), del Ministerio de Agricultura.
La iniciativa apunta a resolver la problemática de la falta de un manejo agronómico regulatorio que aumente y estimule la producción de las truferas nacionales, además de la carencia de una normativa que regule la exportación e importación de un producto de calidad certificada.
Asimismo la iniciativa, busca fortalecer la asociación de pequeños productores en una agrupación nacional de truferos, que permita generar vínculos comerciales para exportar sus productos y optar a mejores precios en el mercado internacional.
Chile fue el primer país de Sudamérica en cultivar esta especie —las primeras trufas fueron cosechadas en el 2009 en Panguipulli, Región de Los Ríos— abriendo una nueva alternativa de negocio agrícola a largo plazo, para productores que ven en este cultivo una serie de ventajas en comparación a los tradicionales.
“Las trufas como producto gourmet, no tienen competidor. En Chile, y Sudamérica, logramos que se cultivara, desarrollando la tecnología necesaria y las capacidades para hacer esto posible.
Hoy queremos dar a conocer en profundidad este cultivo, y al 2025, pretendemos lograr una producción de más de una tonelada anual”, comentó Rafael Henríquez, coordinador del proyecto.
Según datos proporcionados por Agrobiotruf, a julio de 2012, se registraron más 150 hectáreas de trufas plantadas, distribuidas en más 37 productores, con un crecimiento anual del orden de 50 hectáreas.
El primer proyecto apoyado por la FIA en 2001, se inició con apenas 8 hectáreas repartidas en las regiones Metropolitana, O´Higgins, del Maule, Biobío, La Araucanía y Los Ríos.
Hongo de alto valor
La trufa negra del Perigord (Tuber melanosporum) es un hongo micorrícico que crece naturalmente asociado a las raíces de robles y encinas (Quercus sp.), en suelos calcáreos en determinadas zonas de Francia, España e Italia.
Ellas son consideradas dentro de los hongos comestibles más finos y tienen un gran prestigio en la gastronomía internacional junto al caviar, azafrán y foie gras.
Es cosechada en invierno, usando perros especialmente adiestrados donde los buscadores las extraen cuidadosamente. Estas se encuentran como máximo a los 30 centímetros bajo el suelo.
Este tubérculo, que es conocido como “el diamante negro de la gastronomía”, fue introducido a Chile gracias al proyecto cofinanciado por la FIA.
El trabajo partió en 2002, con la Universidad Católica del Maule, buscando determinar si era posible cultivar trufas en el país como una alternativa productiva y de exportación para los pequeños y medianos productores del sector silvoagropecuario de la zona centro-sur del país.
En esa fase se establecieron las primeras plantaciones —en las regiones del Maule, Los Lagos y Metropolitana— y se determinó que, por las condiciones agroclimáticas de Chile, era factible desarrollar este cultivo.
Tomás García-Huidobro, ejecutivo de innovación de FIA, comentó que “una hectárea de trufa negra en plena producción, puede generar retornos superiores a los US$ 30.000 anuales.
El cultivo presenta bajos requerimientos de fertilizantes y mano de obra, por lo que puede ser una excelente oportunidad de agronegocio en el mediano a largo plazo”.
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