Por Diego Palacios Durán.
Ingeniero Agrónomo, fundador de Kadi Cowork.
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En muchas oportunidades cuando pensamos en la agricultura se viene a la memoria una persona de edad avanzada, con una pala y un sombrero. Esa imagen romántica del agricultor se va modificando con la llegada de las nuevas generaciones, tanto los millennials cómo la generación Z, están presentes en el campo. Estos nuevos actores requieren herramientas tecnológicas y digitales para no migrar a la ciudad.
La mayoría de los ingenieros agrónomos que recibieron su título en 2021 son de la generación Z, hicieron dos años clases telemáticas y por tanto sus habilidades en el uso de herramientas digitales son por lejos más altas que los titulados 10 años atrás.
Para estos nuevos profesionales el uso del celular es algo natural, su comunicación más efectiva es por mensajes de WhatsApp o instagram. De manera muy natural revisan su mensajería cada 2 o 3 minutos. según una encuesta de la agencia estadounidense JWT. Para ellos es más sencillo chatear que hablar y más de la mitad de los Z considera que la auténtica vida social transcurre en las redes sociales. Son nativos digitales que han crecido en una era de rápida innovación, no recuerdan Block Buster, nacieron en la era de YouTube. Por lo general este grupo no está dispuesto a tener que desenvolverse en condiciones vulnerables en el campo.
A medida que avanzan las generaciones en el campo la digitalización se hace más cotidiana, el uso del móvil como parte del trabajo en la comunicación y captura de información es común. Cada vez más, los tomadores de decisiones en la cadena agroalimentaria pertenecen a la generación millennials. Esta generación se caracteriza por la rápida adaptación al cambio, el idealismo y haber vivido la transformación digital. Profesionales entre 25 y 40 años que están acostumbrados a utilizar herramientas digitales para facilitar su gestión, desde el uso de planillas de cálculo hasta software de gestión empresarial.
La industria agroalimentaria debe evolucionar acorde a sus actores, debe proveer de herramientas tecnológicas adecuadas para el campo, simples de utilizar para aquellos que están en la transición de la transformación digital y de alta capacidad analítica para aquellos que ya están digitalizados. Las soluciones digitales deben nacer desde el campo y entendiendo su cultura.
Estamos en plena revolución digital agrícola, se nota el recambio generacional.